miércoles, 27 de julio de 2011

América venera al Monarca Oriental.

Por Walter Mema

Calumnias, silencio y retorno.


Queridos lectores, es un placer volver a estar con ustedes.

Como saben, debido a las repercusiones que mis palabras tuvieron en algunos países de Latinoamérica fui suspendido temporalmente en mi función de analista deportivo. Incluso el normal trabajo de Nivel Básico Fútbol se vio afectado por la andanada de violencia que los inadaptados de siempre, sin mediar razón alguna, no cesaron de ejercer sobre nuestra honesta labor.

Por eso nos llamamos a silencio durante la Copa América.

Por eso no hicimos mención alguna, por ejemplo, al tremendo acomodo de estantería que nuestra selección de fútbol le propinara a la escuadra peruana en instancias semifinales, poniendo las cosas en su justo lugar.

Tampoco antes, en cuartos de final, sacamos a relucir la bandera de la historia y el coraje celeste cuando la selección anfitriona, plagada de cracks y con el mejor jugador del mundo (?), fue expulsada vergonzosamente de su propio torneo por una diezmada pero incuestionable selección uruguaya.

Nada dijimos entonces. Únicamente ese romántico quijote del periodismo deportivo que es Carlos Palomeque, opuso alguna resistencia a la enceguecedora soberbia con la que los argentinos quisieron justificar su eliminación, minimizando el potencial de nuestra selección celeste. Y así, simplemente por defender su verdad, por evocar con sus palabras las circunstancias del juego, fue virulentamente atacado y calumniado por la facción más radical y desagradable de la población argentina (es decir, prácticamente toda).

No es de extrañar; la impotencia de verse superado en buena ley, suele llevar a los mediocres a intentar imponerse en el terreno de la violencia injustificada. Yo mismo supe sufrir en carne propia tal calvario, cuando en ocasión de comentar el partido Uruguay – Perú por la fase de grupos, mis palabras fueron desvirtuadas en la interpretación de un grupo nativo-nacionalista-comunista del Perú, que pretendió utilizarme como chivo expiatorio para captar adeptos a su retorcida ideología radical.

Tal ensañamiento trajo aparejado que la dirección editorial de esta página de mierda decidiera suspenderme por lo menos hasta la finalización de la copa. ¿Qué hice entonces? ¿Lloré arrepentido ante la pérdida de mi fuente laboral? Nunca. En lugar de eso, aproveché la ocasión para enriquecer el ejercicio de mi profesión viajando por cada uno de los países a los que debió enfrentar nuestro seleccionado a lo largo del torneo, y desde allí vi los correspondientes encuentros. ¿La idea? Convivir y vivir en carne propia las instancias de enfrentamiento y así poder evaluar lo que nuestra selección genera en las parcialidades rivales (una porquería total, nadie vive el fútbol como el uruguayo).

Viaje en avión, pero la estadía decidí hacerla los más humilde posible. Así, pernocté en pocilgas inhumanas, comí en chiqueros al paso, deambulé por calles de tierra y piedra, conviviendo con la miseria y la pobreza en los rincones más olvidados de los brazos cuasi esclavos de esa otra cara de Latinoamérica. Estuve allí, en el mismísimo infierno que, según ellos, siglos de dependencia y abuso han construido en base al saqueo de una tierra que supo ser rica y fértil.

Debo decir al respecto que nada ha cambiado; el latinoamericano promedio sigue culpando a los otros de los males que él mismo genera. Aún hoy por estas tierras pululan bárbaros y holgazanes, supersticiosos e ignorantes, que como en tiempos de la conquista se niegan a ser civilizados. Ahora, claro está, en lugar de rechazar al cristianismo y al dominio español, le dan la espalda al desarrollo, oponiéndose a la mega inversión extranjera, único medio para fortalecer estas economías de medio pelo y darle de que comer a miles y miles de desagradecidos pseudo-americanistas.

Pero qué voy a hablar yo de política internacional y globalización, para eso hay gente mejor preparada. Para cuidar tales intereses tendría que estar el gobierno de turno; pero lamentablemente ellos también se suben al circo de la integración latinoamericana que patrocinan entre otros Chávez, Morales… aunque pensándolo bien… se me viene a la cabeza ENCE, UPM... soja, Aratitirí, puertos de aguas profundas a empresas extranjeras... eh... mejor tendría que ir borrando lo del párrafo anterior… bueno... volvamos al fútbol.

El camino al título.


Confinado en bares y tabernas de mala muerte presencié los partidos de la celeste y desde allí realicé las siguientes anotaciones a modo de escuetos análisis:

Uruguay 1 - Mexico 0 (fase de grupos)
- La verdad, esperaba más de estos simpáticos chicanos que tan buena prensa tienen en el concierto mundial. Máxime al tratarse de una selección juvenil, ya que como se sabe el jugador mexicano cuanto más joven es, mayor talento y jerarquía despliega en el campo de juego. Son los mexicanos, y esto es indiscutible, potencia del fútbol juvenil.

Lamentablemente no han logrado aún continuar y culminar con éxito los procesos que inician en sus divisiones formativas. De los grandes equipos juveniles sólo dos o tres elementos logran finalmente sobrevivir para destacarse en las ligas mayores, (“Chespirito” Hernández, por ejemplo). El resto terminará, como el mexicano medio: de botones en algún Inn de Playa del Carmen o limpiando baños en las oficinas de la ciudad de New Jersey. Los más talentosos, pocos, lograrán cierto prestigio en Holywood en roles latinos, haciendo de reos o como actores fetiche de algún realizador de vanguardia.

La mayoría de ellos claro está se dará de bruces contra el muro del primer mundo, que indiferente les negará el ingreso al american way of life.

Debo confesar, para cerrar el capítulo mexicano, que esperaba más de un seleccionado bancado por el poder económico de un narco-país; (la misma desazón sufrí luego de la fase de grupos con el seleccionado colombiano, aunque las relaciones allí no son tan claras).

Uruguay 1(5) – Argentina 1(4) (Cuartos) – Considero al respecto que el Sr. Fernando Niembro lo dijo todo. Sin embargo quiero acotar que discrepo con la enunciación de que Argentina deba cambiar a sus jugadores; su plantel es una constelación de estrellas. El problema es que en lugar de corazón tienen una General Electric con freezer, y en conjunto tienen menos huevo que un muñeco Ken.

Pero, en cuanto encuentren un técnico (o un psicólogo) con un coeficiente intelectual similar al de un chimpancé promedio, que les haga ver a sus jugadores que deben pasar más tiempo en el entrenamiento y menos frente al espejo acicalándose; serán entonces, no lo dudo, una escuadra respetable.

En cuanto al partido contra Uruguay específicamente; diré que el purgante de la historia hizo que aunque apretaran las nalgas en el empate, no pudieran contener la diarrea que en las que duelen frente a la celeste siempre le chorrea por entre las piernas. Incontinencia esfinteriana que se vio reflejada al no poder superar a una selección que jugó la mayor parte del partido con un hombre menos, y que terminó imponiéndose con jerarquía en los penales.

La verdad Argentina me da asco en todo sentido, pero no voy a ahondar en el tema para no dejar librados mis dichos a ciertas interpretaciones tendenciosas que siempre andan por ahí, al alpiste.

Uruguay 2 – Perú 0 (semi) - No tengo nada para decir sobre este partido, creo que el equipo y la historia de la camiseta celeste hablaron por mí. Total supremacía uruguaya.

El resto puede inferirse de mis anteriores apreciaciones sobre la selección de Perú.

Uruguay 3 – Paraguay 0 (final) - El resultado lo dice todo: un solo equipo en la cancha. Y me duele en el alma, porque si hay un equipo al que respeto en esta Latinoamérica mezquina y deslucida, es al combinado roji-blanco. Fiel representante en su juego de la dureza que el régimen de Stroessner supo imponerle al pueblo paraguayo durante 35 años. (La actual embajadora en Montevideo dice que el tesón del fútbol paraguayo, se lo debe a la guerra de la Triple Alianza; agradezco el elogio y lo reconozco, pero sostengo que no debemos olvidar el aporte de Alfredo).

Lo anticipé; siempre confié en mi seleccionado.


En cuanto a la obtención de la Copa América por parte de la selección Uruguaya; simplemente decir que se cumple lo que vaticiné antes de comenzado el tornero. Uruguay cuarto en el último mundial, confirma su buen momento coronándose rey de América. Nunca dudé que estos jugadores estaban a la altura de las circunstancias.

La mística celeste está intacta. Los jugadores honraron la historia y entraron en la gloria. La supremacía sobre el resto de América es total.

Este equipo no sólo reafirmó lo hecho en el mundial si no que además se proclamó rey de América, logrando el decimoquinto título que deja a nuestro país como el más ganador en la materia; uno por delante de Argentina, que organizó la copa para ganar algo (hace 18 años que no logra un título a nivel de mayores), y se quedó con las manos vacías y el orgullo herido.

Este detalle de Uruguay como país más ganador de América, sumado a los demás logros obtenidos por nuestra selección en su historia, habría que analizarlo detenidamente en otro momento, para intentar explicar la supremacía que a nivel fútbol tenemos sobre todos nuestros hermanos de continente.

Una sencilla ecuación lo aprobaría. En proporción, según los índices demográficos, las posibilidades de que un país como el Uruguay tenga la cantidad de títulos que tiene, y que en pleno 2011 los siga logrando, es mínima en comparación con el resto de los países de América. Sin embargo allí está este pequeño país por encima de tantos otros gigantes del continente. Entonces esto hay que estudiarlo, hay que profundizarlo para desentrañar el por qué… para identificar qué es lo que nos hace tan competitivos, qué es lo que nos vuelve… (quisiera decir superiores pero temo herir susceptibilidades)… superiores.1

Bien, antes de despedirme quiero confesarles una intimidad: cuando emprendí mi viaje por estos cuatro países de América, lo hice ensimismado y dolido por las críticas recibidas. Mas como soy un fiel creyente agregué una promesa de sacrificio a este americano itinerario; juré ante Dios y el poder que representa, que como forma de pagar cualquier daño que mis palabras pudieran haber causado, me radicaría para vivir hasta el día de mi muerte en aquel país que finalmente erigiese la copa. Y Dios, señores, como ven... no quiere cosas chanchas.

¡Salud pueblo latinoamericano! El continente es, hoy más que nunca, celeste.

Por favor, no sean irrespetuosos; veneren a Uruguay, monarca de América.

Muchas gracias, y hasta la próxima.

Notas.
1. Datos tomados de la ponencia del Sr. Carlos Palomeque en el Decimotercer Encuentro de Periodistas Deportivos de Paso de los Toros (2008)

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